viernes, 2 de diciembre de 2011

La Matriz Zodiacal


La gran dificultad para aprender astrología está dada por la presencia hegemónica —en todos nosotros— del pensamiento lineal, que procesa secuencialmente en términos de causalidad unidireccional.

Podríamos preguntarnos ¿de dónde surge este nivel de la mente? Sintéticamente: de la identificación con la forma. Identificación con la forma del que piensa y se concibe a sí mismo como sujeto, como forma separada de todas las demás. Y recorte de las formas del mundo, abstraídas del contexto en el que aparecen y de las secuencias recurrentes —ciclos— en las que se manifiestan.

Esta identificación con el recorte, hace que consideremos relevantes proposiciones que son en sí mismas absurdas, del tipo: el humano es superior al oxígeno, cuando en realidad no hay tal ser humano escindido del oxígeno. Viviente y oxigeno son una estructura. Pero nuestra mente concreta se siente insegura en el mundo de los contextos, estructuras, patrones y matrices, y busca aferrarse a la existencia de las formas separadas y las relaciones lineales, aunque estas sean ilusorias.

Un ejemplo muy visible de nuestra incapacidad de ver una estructura en despliegue secuencial —es decir, la manera como una entidad se manifiesta a través de una serie de formas diferentes— es la estructura gusano-crisálida-mariposa. No tenemos una palabra para designar eso que se metamorfosea. A la gran mayoría de las personas que ve una "horrible gata peluda", no le es inmediatamente evidente que se trata de la misma mariposa que admirará algún tiempo después. Esta limitación del lenguaje, me parece decisiva cuando se trata de aprender astrología.

Desde el Zodíaco, nosotros sabemos que la energía se manifiesta en una serie de fases que implican formas discernibles. Estas son vehiculizaciones —por no decir encarnaciones— de un proceso único y, por lo tanto, están intrínsecamente ligadas unas a otras. Es fundamental para nosotros la claridad sobre esto, tanto de su realidad, como de nuestra dificultad para registrarla.

Por eso me interesa que seamos capaces de ver el Zodíaco como un patrón energético global y poder comprender cada uno de sus espacio/ fases —aquello que llamamos signos— como mutuamente implicados, como en todo mándala.

El segundo punto relevante es poder tener presente en la conciencia que la matriz zodiacal es creadora —o, si se quiere ser más cauto, significadora— de diferentes niveles de realidad.

Esto abarca desde cualidades muy abstractas hasta densificaciones concretas isomorfas entre sí; o sea, realidades que obedecen al mismo patrón, en distintos niveles de sustancia.
En este sentido, tenemos que hacer un esfuerzo en nuestra época, un tanto resistente a los viejos sistemas de correspondencias, para no reducir la astrología al mundo del psiquismo. Lo humano es sólo un nivel particular de manifestación —o significación— astrológica.

El Zodíaco es un sistema vibratorio —por usar una metáfora energética— en el cual cada una de sus zonas, como si fueran los trastes de las cuerdas de una guitarra circular, vibra de una manera específica. Al vibrar, cada uno en su nota, materializa formas ligadas a esa cualidad particular. Dentro de estas, la forma humana y sus características psicológicas inherentes, el modo como toma forma la conciencia en el hombre, es sólo un caso más. Cáncer, por ejemplo, es matriz significadora —o proporción creadora, según como queramos mirarlo— de cuevas, huevos, úteros, casas o personas cálidas y maternales. 

Escorpio lo es para pantanos, venenos, excreciones, psiquiatras o todo tipo de curadores. Y así...

Empequeñecer la astrología a lo humano es, a mi juicio, una tendencia muy peligrosa que creo surge de querer eludir, en forma inconsciente, el misterio del entramado cósmico que la astrología nos propone.

Esto tiene que ser recordado continuamente, porque es el punto que la astrología más moderna tiende a oscurecer, así como la clásica velaba otros.

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